Protected by Copyscape Plagiarism Check

miércoles, 20 de julio de 2011

Neuronas espejo


Todavía es una incógnita como funciona nuestro cerebro, hay descubrimientos que me dejan asombrado como las neuronas espejo, neuronas que se activan cuando vemos a otro congénere hacer algo y que también se activan cuando hacemos lo mismo en su misma situación, están muy relacionadas a capacidades cognitivas ligadas a nuestra vida social, tienen un desempeño fundamental en capacidades como la empatía y  la imitación. Otros animales también las tienen, no sólo nosotros los humanos, pero en nuestro caso sucede algo muy interesante, nuestras neuronas espejo no sólo se activan cuando vemos a un congénere hacer algo y nos inducen a tener esa misma sensación de hacerlo, también si nuestro congénere imita, como puede ser tomarse un vaso de agua sin vaso y sin agua, nuestras neuronas espejo también se activan.

Todo ese subconsciente que en nuestro cerebro gestiona terabits de información, subconsciente del que forman parte nuestras neuronas espejo y que está diseñado para algo, es un legado genético que nos une con cada individuo de nuestra especie, nos hace iguales ante las emociones y la forma de sentir, pero en nuestro caso está diseñado para engañar y ser engañado. Parece que fue muy importante evolutivamente para nuestra especie saber lo que pensaba con total seguridad la otra persona y esconder a la vez nuestros verdaderos pensamientos, el arte del engaño y la manipulación. Eso explica como todos tenemos el mismo software y hardware heredado pero cada uno vivimos en un mundo distinto y a veces alguno en distinto universo.

Saludos a tod@s.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El fino hilo que teje nuestra realidad

Esta entrada debería haberse publicado a mediados de Febrero... pero ya sabéis, se me hace tarde siempre. Disfrutad de ella.




Cuando venía por el camino de recoger un paquete de la central de Seur he pasado por un puente, y en el puente he visto unos candados cerrados colocados en los pasamanos de los laterales. He pensado, <parejitas colocando candados en las vallas de los puentes, jodiendo su inmutable aspecto, unos candados cerrados que representan su indestructible amor (ilusos), le darán trabajo a algún asalariado del ayuntamiento que deberá pasarse por allí de vez en cuando con unas tenazas>>.

Mi siguiente parada es el bar de siempre, con la gente de siempre, con el café de siempre, preguntándome si no soy la antítesis del romanticismo. No, me he llevado el portátil para escribir unas líneas, eso es algo que no se le ocurre a mucha gente. Hoy aparco el gimnasio, aparco el montaje de ese nuevo ordenador (con lo que me gusta cacharrear con mis destornilladores de electrónica) y os contaré lo que me pasó este último sábado, antes de que se me olvide, antes de que estas líneas se borren de mi mente, para desvanecerse como si estuviesen escritas en la arena de una playa a punto de subir la marea, golpeadas con suavidad a pulsos de un corazón somnoliento.
Este sábado no tenía buen cuerpo, me sentía pesado, era como si llevase una losa de cinco kilos en las manos. El preámbulo de un catarro que creo que ya he pasado. Lo que a otro le haría tumbarse con fiebre dos días en la cama a mi me aplana un poco.
Después de una comida con los colegas había una cena de cumpleaños en la que picamos de aquí y de allá a la luz de las velas. (No voy a describir esa cena, tardaría demasiado y llenaría muchas páginas.) Al terminar decidimos ir a tomar una copa a un disco bar donde trabaja un amigo.
Cinco de Febrero, Santa Águeda, aquello estaba repleto. La gente se apelotonaba como las uvas de un racimo, formando unidad unos con otros. Hubo un momento en el que me gustaba el mogollón, ahora lo odio, no se puede hablar ni bailar con tanta gente, puede que con el tiempo vayamos cambiando poco a poco. Las copas nos las pusieron rápido, nuestro colega sabe lo que bebemos todos. Colgué mi chaqueta en uno de esas perchas que ponen en la pared bajo los posa vasos y me coloqué de espaldas contra ella, sujetándome a medias en la pared absorto en algún pensamiento que me había perseguido todo ese día. Un río de gente salía y entraba delante de nosotros, había formado un pasillo justo delante, donde la gente se empujaba por salir o entrar, dejando de ser gente y empezando a ser parte de un fluido que se esfuerza por mantener un movimiento hacia algún lado. De vez en cuando uno de mis amigos gritaba -Al fondo! Al fondo hay sitio!! (era imposible que hubiese sitio)

En este momento he llegado a mi casa hace rato, ya no estoy escribiendo estas líneas tomando el café y el chupito de crema de ruavieja de rigor. Allí casi no podía escribir, se han puesto a discutir de lo mal que va el país. Una reciente pareja se me ha sentado al lado, ella ha mirado extrañada viendo que no tenía una página del explorador abierta, por el contrario si una página de word a medias que se iba llenando poco a poco. Luego los he escuchado hablar, no lo que decían sino su tono, el tono de voz del chico era muy dulce, el de ella también. Llevo tiempo viéndoles tomar algo allí por la tarde pero nunca escuché sus voces. He intercambiado unas palabras con ellos, me han caído bien. Al llegar a casa he desembalado el ordenador y sus trastos, le he instalado la memoria RAM y el disco duro, ahora se está formateando... 55%..., he decido escribir unas pocas líneas, con suerte dentro de un rato esto puede ser una nueva entrada en mi Blog.

¿Por donde íbamos?, estaba en un disco bar en mitad de un pasillo mientras la gente me rozaba al pasar luchando por salir o entrar. Pasaron unas cuantas chicas, fue entonces cuando una de ellas, de mi estatura, quizá un poco menos, me sonrió desde lejos, me miraba emocionada, con brillo en sus ojos, yo no la conocía de nada, no es la primera vez que me pasa, mientras mi cerebro iba buscando en los ficheros su cara puse el piloto automático, esa chica debía conocerme muy bien por sus gestos así que le di dos besos, sus mejillas estaban frías y se lo dije, me respondió que en la calle hacía mucho frío, que la acompañaban sus amigas y buscarían hueco al fondo, que ya nos veríamos esta noche.
Después de perder contacto visual con ella volví a dar vueltas a mis ficheros, ¿sería otra conocida de mi doble?, ¿la conocí en una noche loca?, pero sino recordaba ni su voz...
Al girar la cabeza un amigo que me había estado mirando vio en mi cara el gesto de la duda.

- ¿Que pasa, que no la conoces?
-No tengo ni idea de quien es.
-No te acuerdas del cumpleaños de nuestro amigo y el tremendo zorro que nos cogimos?.
-Si (Todo vino a mi mente, pero siguió recordándomelo.)
-Esas tres chicas se quedaron con nosotros hasta las nueve de la mañana.
-Yo en ese momento pensaba que era novia de …
-No las conocíamos nadie, solo tu.

Tampoco pasaba nada, quizá no volviese a encontrarme con ella de nuevo.
Nos refugiamos cerca de la puerta del local, cuando apenas habíamos terminado la copa decidimos irnos a un ambiente más relajado, al bar donde he comenzado a escribir estas líneas que también es un disco bar muy presente en todas nuestras noches.
De camino me encontré con un viejo conocido que me echó en cara que en las fotos de mi Facebook solo salía con chicas. -Esas fotos las suben ellas y luego me etiquetan, por eso salgo con ellas, no puede ser de otra forma, rara vez subo yo alguna foto a mi Facebook. Al parecer la explicación no le convenció o le perturbó más aún si cabe.
El camino hasta nuestro nuevo emplazamiento fiesteril no es largo, pronto estábamos todos allí, con la incorporación de la novia de uno de nuestros amigos. Pedí yo las copas, no es difícil, la camarera sabe lo que tomamos todos o casi todos. La nueva incorporación hoy no lleva su perfume habitual, después de decírselo me dice el que lleva Allure de Chanel, no está muy contenta cuando le digo que es el perfume de otra persona que ella también conoce.
Huimos a otro rincón del local porque un personaje comienza a marcar su territorio con su olor corporal, es ella la que no se encuentra cómoda y arrastra a su novio, cuando aparezco yo se ríe y dice -Este también viene pero sabe el porqué. La sonrisa en mi cara me delataba, después de todo nos conocemos muy bien.
La noche no había terminado y desde allí nos encaminamos a una de las discotecas que se mantienen abiertas hasta altas horas, no a la habitual, hoy es un día en el que hay mucha gente, pensé.
Allí en la disco volvimos a pedir unas copas, el camarero es también un viejo conocido estaba presente la noche de marras, y ella, la chica sin nombre estaba allí también, al otro lado del círculo que describía la barra. Comienzo a pensar que la realidad está tejida con un fino hilo que todo lo comunica de una manera u otra, mientras estoy inmerso en mis cavilaciones ella comienza a mirarme, una, dos, tres veces. Es una señal que no se puede obviar, miro a su alrededor, están sus dos amigas, una hablando con un chico que conozco y poco más, así que voy para allá, no me tengo permitido hacer otra cosa, aunque en esta ocasión lo hice más por curiosidad que por ligar.
Antes de abordarla sin mas comienzo a hablar con el chico, tiene una mano escayolada y está de baja, no debería estar por allí y conozco a su jefe, bromeo con él sobre ello. La chica respira aliviada por unos momentos, pocos momentos, tardé poco en presentarme a su lado.

-Hace un rato te he saludado pero no me acordaba de ti, he tardado en hacerlo, quizá te recordaba de otra manera, con otro peinado o con otro maquillaje. -Espeté-
-Yo en cuanto te he visto te he recordado, tenía miedo de no hacerlo, por eso fijé fuertemente tu recuerdo, no sabía si volvería a verte ni si al hacerlo te recordaría. (aquellas palabras me dejaron …)
-Creo que en aquellos momentos llevaba un pedo impresionante, creo que eso interfirió en mi memoria. (Demasiado sincero)
-Estoy con mis amigas, esa es con la que te llevas mal por ser de xxxxx (información)
-Ya, pues ese día me terminó diciendo que no lo era. ¿Donde vas? 
-Con mi amiga. (Parecía huir de mi como si en ese momento me hubiese convertido en lobo)
-Me tienes que decir tu nombre.

Nos volvimos a presentar, tengo la maldita costumbre de no acordarme del nombre de nadie que no me parezca interesante, volví rápidamente al lugar donde se encontraban mis amigos ya que estaba demasiado tensa, no sin antes dejar mi chaqueta en aquel rincón, junto a las suyas, por si me apeteciese volver luego por allí.
Junto a mis amigos me ocurrió una de esas cosas que si luego cuento, no se cree ni el más ingenuo. Comenzó a empujarme una chica descaradamente, tenía unos 20 años y era muy delgada como pude comprobar después.
    - Estás invadiendo mi espacio!! -dije después de empujarme varias veces-
    - No soy yo.(mientras volvía a empujarme)
    - Estás volviendo a invadir mi espacio vital !! - Implementé al máximo el tono autoritario.
    - ¿Ves como no soy yo? (A su lado estaban como cinco o seis amigas empujándola, pero sus manos no creo que fuesen empujadas y se agarraba a mi para no caerse, cuando la fuerza de la gravedad no podía afectarla tanto)
La aparté de mi no de un empujón, sino agarrándola con los dos brazos y transportándola de un lado a otro, ahí noté lo delgada que estaba, y dejé a sus amigas de frente a mi.
-Eh vosotras, a ver que os pasa, atreveos ahora si podéis.
Entre las cinco o seis hicieron un trenecito y fueron contra mi para arrollarme, tuve que usar mi fuerza titánica para pararlas, entonces me rodearon jugueteando o intentando meterme mano o yo que se. Mi migo comenzó a animarlas con gritos de – ¡A por él que es el boy!. Tuve que echarlas de allí a hostias. Cosas del día de Santa Águeda o una despedida, quien sabe.
Me lo pasé bien esa noche, tanto que tardé mucho en ir a por la chaqueta, cuando fui a por ella la chica ya no estaba allí.
Me encaminé a casa con el único amigo que ya quedaba, a él todavía le quedaba más cuerda y decidió seguir con la fiesta. Ya sólo me restaban cinco minutos andando para terminar la noche, fue entonces cuando el hilo que teje la realidad hizo de las suyas, me encontré en un cruce de caminos con alguien conocido, en una bifurcación, a la misma altura y en el mismo momento, con direcciones opuestas. Intercambiamos palabras cercanas, gestos de complicidad cuando a la vez estábamos a 10.000 millas de distancia, una fisura de profundidad infinita se hallaba en el piso del pequeño espacio que nos separaba, cada uno terminamos caminando en direcciones contrarias como no podía ser de otra forma después de un momento de duda, igual de corto pero infinitamente profundo, como la fisura que nos separó ese instante.

Saludos a tod@s

Nos vemos en los bares.